Sundance 2023 | 'Infinity Pool': Brandon Cronenberg retuerce el turismo de ricos con un 'The White Lotus' macabro

El esperado body horror del brillante nepo baby de Cronenberg no es para espectadores sensibles (ni epilépticos).
Infinity Pool
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Cinemanía | Sundance
Infinity Pool

Con una advertencia inicial para personas que padezcan epilepsia o similares, arranca Infinity Pool, tercera película del brillante nepo-baby, Brandon Cronenberg. Eso y un rearme final del filme necesitó para conseguir la etiqueta R que le deje estrenar en salas comerciales y en Sundance. La película provoca igual, entretiene igual y podrá verla más gente, bien.

Cronenberg empezó a escribirla como un corto hace años. Su idea inicial es una de las escenas más chocantes: un hombre (Alexander Skarsgard) siendo testigo de su propia ejecución porque el que va a ser asesinado es su doble. Esa premisa la unió a unos recuerdos peculiares de un resort que visitó en el que se sentían casi encarcelados, rodeados de una valla de alambre de espino. 

Infinity Pool arranca en un supuestamente paradisiaco resort en un país ficticio llamado Li Tolqa, allí, James, un escritor fracasado y bloqueado, y Em (Cleopatra Coleman), su mujer, heredera rica de un imperio editorial, están aburridos de ellos mismos. No pueden abandonar el resort porque el país es muy violento y tiene unas leyes muy duras, pero cuando conocen a una excitante y misteriosa pareja, Gabi (Mia Goth) y Alban (Jalil Lespert), se atreven a salir en una excursión inofensiva a una playa desierta en un Cadillac prestado.

Skarsgard, Mia Goth, Cleopatra Coleman y Cronenberg.
Skarsgard, Mia Goth, Cleopatra Coleman y Cronenberg.
Cinemanía | Sundance

El perfecto día de sol empieza a girarse cuando Gabi se acerca a James mientras orina. La primera escena explícita, epiléptico sensible y gráfica del filme. Después, de vuelta al resort, conduce James que atropella a un lugareño y lo mata. Huyen de la escena y a la mañana siguiente es arrestado. El castigo: ser asesinado por el hijo mayor de la víctima. La buena noticia: si tienes dinero, puedes pagarte la creación de un doble que será asesinado en tu lugar con la excepción de que deberás ver cómo sucede. 

James está aliviado y casi goza su propia ejecución. Se siente poderoso. Por primera vez en años, su masculinidad está a flor de piel. Su mujer quiere huir, él quiere quedarse y seguir saliendo con esa misteriosa pareja que le adentra en el mundo de los increíblemente ricos y egoístas que se vuelven increíblemente más ricos, egoístas y terribles de vacaciones en países y entornos más pobres que el suyo. Sí, The White Lotus, pero más, mucho más. Mucho más macabra, macarra, estilizado, provocador, directo.

Las terribles máscaras Ekki.
Las terribles máscaras Ekki.
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Infinity Pool es una crítica a ese 1% que se siente con derecho a todo, a ese turismo occidental que considera ciertos países más pobres como “un patio de recreo”, así tienen se creen con derecho de comportarse como quieran porque siempre se saldrán con la suya. Es también una crítica al ego masculino, a la masculinidad mal entendida, provocada, latente, peligrosa. A la locura del poder y los lazos a su alrededor.

Infinity Pool es otra prueba de que Alexander Skarsgard no tiene límites para pasarlo bien. Siempre se lo pasa bien y por eso hasta sonríe en su propia ejecución. Es la comprobación de que Mia Goth es la scream queen de la temporada. Una rara avis en el cine, cool, magnética, aterradora y encantadora, que aquí se guarda las mejores escenas de la película, las que de verdad más enervan, molestan, meten el dedo en el ojo, en la oreja y, aun así, quieres más. 

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